El gitano que no se rindio

En 1745, en Baeza, un joven gitano llamado Diego Moreno fue arrestado por el Santo Oficio. Tenía 27 años, era herrero, hijo de Rafaela y huérfano de padre. Su "delito": decir la verdad desde el corazón, denunciar que Dios parecía sordo ante el sufrimiento de los pobres y que los gitanos eran castigados por los hombres, no por Dios.
Lo llevaron a Córdoba, lo juzgaron con falsos testigos y lo condenaron a cinco años en galeras y destierro perpetuo. En las galeras, remó bajo el sol, soportó golpes y humillaciones, pero nunca perdió su voz. Cantaba coplas que hablaban de injusticia y resistencia.
Al cumplir su condena, jamás regresó a Baeza. Vivió entre cuevas y olivos, dejando versos en la piedra, hasta que murió solo, con los ojos al cielo, recordándonos que la libertad y la dignidad son más fuertes que cualquier cadena.
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